Cuando nos contaron, durante nuestra visita en Salzburgo, que saltaríamos en paracaídas se me removieron las tripas. Una mezcla de miedo y emoción se apoderó de mí, sabiendo desde el primer momento que esa experiencia tenía que vivirla sí o sí.
Cuando llegó el día estábamos todos muy nerviosos, a mí me tocó saltar junto a Skone que, por suerte para mí, estaba más nervioso que yo. Digo por suerte para mí porque eso me obligó a adoptar el rol de persona segura, manteniendo la calma e intentando transmitir serenidad a mi amigo constantemente. Esto me hizo ver el inmenso potencial que tiene nuestra mente ya que, de tanto fingir que saltar no me daba miedo, dejó de darme miedo e incluso me pude permitir disfrutar la experiencia de principio a fin.
Tal y como podéis ver en el vídeo fue algo brutal, la experiencia de saltar al vacío literalmente fue muy liberadora y me ayudó a relativizar muchas de las preocupaciones que rondaban mi cabeza en esos días.
Sin duda, recomiendo a todo el mundo que lo pruebe al menos una vez. Como dijo Will Smith: «Al otro lado de tu miedo máximo están las mejores cosas de la vida«.